domingo, 18 de septiembre de 2011

La larga duración (Fernand Braudel)

Hay una crisis general de las ciencias del hombre: todas ellas se encuentran abrumadas por sus propios progresos, aunque sólo sea debido a la acumulación de nuevos conocimientos y a la necesidad de un trabajo colectivo cuya organización inteligente está todavía por establecer; directa o indirectamente, todas se ven afectadas, lo quieran o no, por los progresos de las más ágiles de entre ellas.
Claude Lévi-Strauss empuja a la antropología «estructural» hacia los procedimientos de la lingüística, los horizontes de la historia «inconsciente» y el imperialismo juvenil de las matemáticas «cualitativas». Tiende hacia una ciencia capaz de unir, bajo el nombre de ciencia de la comunicación, a la antropología, a la economía política y a la lingüística.

Las demás ciencias sociales están bastante mal informadas de la crisis que nuestra disciplina ha atravesado en el curso de los veinte o treinta últimos años y tienen tendencia a desconocer, al mismo tiempo, que los trabajos de los historiadores, un aspecto de la realidad social del que la historia es, si no hábil vendedora, al menos sí buena servidora: la duración social, esos tiempos múltiples y contradictorios de la vida de los hombres que no son únicamente la sustancia del pasado, sino también la materia de la vida social actual. Razón de más para subrayar con fuerza, en el debate que se inicia entre todas las ciencias del hombre, la importancia y la utilidad de la historia o, mejor dicho, en la dialéctica de la duración, tal y como se desprende del oficio y de la reiterada observación del historiador; para nosotros, nada hay más importante en el centro de la realidad social que esta viva e íntima oposición, infinitamente repetida, entre el instante y el tiempo lento en transcurrir. Tanto si se trata del pasado como si se trata de la actualidad, una consciencia neta de esta pluralidad del tiempo social resulta indispensable para una metodología común de las ciencias del hombre.

Braudel ofrece una noción cada vez más precisa de la multiplicidad del tiempo y del valor excepcional del tiempo largo se va abriendo paso – consciente o no consciente, aceptada o no aceptada – a partir de las experiencias y de las tentativas recientes de la historia.

1.    Historia y duraciones

Todo trabajo histórico descompone el tiempo pasado y escoge entre sus realidades cronológicas según preferencias y exclusivas más o menos conscientes.
La historia tradicional: atenta al tiempo breve, al individuo y al acontecimiento, desde hace largo tiempo nos ha habituado a su relato precipitado, dramático, de corto aliento.

La nueva historia económica y social: coloca en primer plano de su investigación la oscilación cíclica y apuesta por su duración: se ha dejado embaucar por el espejismo - y también por la realidad - de las alzas y caídas cíclicas de precios. De esta forma, existe hoy, junto al relato (o al «recitativo») tradicional, un recitativo de la coyuntura que para estudiar el pasado lo divide en amplias secciones: decenas, veintenas o cincuentenas de años.

Muy por encima de este segundo recitativo se sitúa una historia de aliento mucho más sostenido todavía y, en este caso, de amplitud secular: se trata de la historia de larga, incluso de muy larga, duración. La fórmula, buena o mala, me es hoy familiar para designar lo contrario de aquello que François Simiand, uno de los primeros después de Paul Lacombe, bautizó con el nombre de historia de los acontecimientos o episódica.
Así, por ejemplo, el término acontecimiento. Para Braudel se refiere a encerrado, aprisionado, en la corta duración: el acontecimiento es explosivo, tonante.

Un acontecimiento puede, en rigor, cargarse de una serie de significaciones y de relaciones. Testimonia a veces sobre movimientos muy profundos; y por el mecanismo, facticio o no, de las «causas» y de los «efectos», a los que tan aficionados eran los historiadores de ayer, se anexiona un tiempo muy superior a su propia duración. Benedetto Croce podía pretender que la historia entera y el hombre entero se incorporan, y más tarde se re-descubren a voluntad, en todo acontecimiento; a condición, sin duda, de añadir a este fragmento lo que no contiene en una primera aproximación, y a condición, por consiguiente, de conocer lo que es o no es injusto agregarle. Este juego inteligente y peligroso es el que las recientes reflexiones de Jean-Paul Sartre proponen.

Ahora bien, se tiene en cuenta que la crónica o el periódico ofrecen, junto con los grandes acontecimientos llamados históricos, los mediocres accidentes de la vida ordinaria: un incendio, una catástrofe ferroviaria, el precio del trigo, un crimen, una representación teatral, una inundación. Es, pues, evidente que existe un tiempo corto de todas las formas de la vida: económico, social, literario, institucional, religioso e incluso geográfico tanto como político.

El pasado está, pues, constituido, en una primera aprehensión, por esta masa de hechos menudos. Existe entre los historiadores, una fuerte desconfianza hacia una historia tradicional, llamada historia de los acontecimientos; etiqueta que se suele confundir con la de historia política no sin cierta inexactitud: la historia política no es forzosamente episódica ni está condenada a serlo. La historia de estos últimos cien años, centrada en su conjunto sobre el drama de los «grandes acontecimientos», ha trabajado en y sobre el tiempo corto.
Los historiadores del siglo XVIII y de principios del XIX habían sido mucho más sensibles a las perspectivas de la larga duración, la cual sólo los grandes espíritus como Michelet, Ranke, Jacobo Burckhardt o Fustel supieron redescubrir más tarde.

La palabra estructura. Buena o mala, es ella la que domina los problemas de larga duración. Los observadores de lo social entienden por estructura una organización, una coherencia, unas relaciones suficientemente fijas entre realidades y masas sociales.

La dificultad de romper ciertos marcos geográficos, ciertas realidades biológicas, ciertos límites de la productividad, y hasta determinadas coacciones espirituales: también los encuadramientos mentales representan prisiones de larga duración.
El estudio de Lucien Febvre,Rabelais et le problème de l’incroyance au XVIèm siècle9, pretende precisar el utillaje mental del pensamiento francés en la época de Rabelais, ese conjunto de concepciones que, mucho antes de Rabelais y mucho después de él, ha presidido las artes de vivir, de pensar y de creer y ha limitado de antemano, con dureza, la aventura intelectual de los espíritus más libres.

2.   La controversia del tiempo corto

Lévi- Strauss pretende que una hora de conversación con un contemporáneo de Platón le informaría, en mucho mayor grado que nuestros típicos discursos, sobre la coherencia o incoherencia de la civilización de la Grecia clásica.

Toda ciudad, sociedad en tensión con crisis, cortes, averías y cálculos necesarios propios debe ser situada de nuevo tanto en el complejo de los campos que la rodean. Richard Hapke fue el primero en hablar; por consiguiente, en el movimiento más o menos alejado en el tiempo - a veces muy alejado en el tiempo - que alienta a este complejo. Y no es indiferente, sino por el contrario esencial, al constatar un determinado intercambio entre el campo y la ciudad o una determinada rivalidad industrial o comercial, el saber si se trata de un movimiento joven en pleno impulso o de una última bocanada, de un lejano resurgir o de un nuevo y monótono comienzo.

Para concluir, Lucien Febvre, durante los últimos diez años de su vida, ha repetido: «historia, ciencia del pasado; ciencia del presente». La historia, dialéctica de la duración, ¿no es acaso, a su manera, explicación de lo social en toda su realidad y, por tanto, también de lo actual? Su lección vale en este aspecto como puesta en guardia contra el acontecimiento. No pensar tan sólo en el tiempo corto, no creer que sólo los sectores que meten ruido son los más auténticos; también los hay silenciosos.

3.   Comunicación y matemáticas sociales

El debate fundamental está en otra parte, allí donde se encuentran aquellos de nuestros vecinos a los que arrastra la más nueva de las ciencias sociales bajo el doble signo de la «comunicación» y de la matemática.

La historia inconsciente , claro está, la historia de las formas inconscientes de lo social. «Los hombres hacen la historia pero ignoran que la hacen»22. De hecho, es una vez más, todo el problema del tiempo corto, del «microtiempo», de los acontecimientos, el que se nos vuelve a plantear con un nombre nuevo. Los hombres han tenido siempre la impresión, viviendo su tiempo, de captar día a día su desenvolvimiento. No hace mucho que la lingüística creía poderlo deducir todo de las palabras. En cuanto a la historia, se forjó la ilusión de que todo podía ser deducido de los acontecimientos. La historia inconsciente transcurre más allá de estas luces, de sus flashes.

Las matemáticas sociales son por lo menos tres lenguajes; susceptibles, además, de mezclarse y de no excluir continuaciones. Los matemáticos no se encuentran al cabo de la imaginación. En todo caso, no existeuna matemática,la matemática (o de existir se trata de una reivindicación). «No se debe decir el álgebra, la geometría, sino un álgebra, una geometría (Th. Guilbaud)»; lo que no simplifica nuestros problemas ni los suyos. Tres lenguajes, pues: el de los hechos de necesidad (el uno es dado, el otro consecutivo) es el campo de las matemáticas tradicionales; el lenguaje de los hechos aleatorios es, desde Pascal, campo del cálculo de probabilidades; el leguaje, por último, de los hechos condicionados - ni determinados ni aleatorios pero sometidos a ciertas coacciones, a reglas de juegos en el eje de la «estrategia» de los juegos de Von Neu- mann y Morgenstern, esa estrategia triunfante que no se ha quedado únicamente en los principios de sus fundadores. La estrategia de los juegos, en razón del uso de los conjuntos, de los grupos y del cálculo mismo de las probabilidades, abre camino a las matemáticas «cualitativas». Se puede pasar directamente del análisis social a una fórmula matemática.

«En toda sociedad - escribe Lévi-Strauss - la comunicación se realiza al menos en tres niveles: comunicación de las mujeres; comunicación de los bienes y de los servicios; comunicación de los mensajes». Admitamos que se trate, a niveles distintos, de lenguajes diferentes pero, en todo caso, se trata de lenguajes. De esta forma, el procedimiento recomendado por Lévi-Strauss en la investigación de las estructuras matemáticas no se sitúa tan sólo en el nivel microsociológico sino también, en el encuentro de lo infinitamente pequeño y de la muy larga duración.

Lo que se pone a disposición de las matemáticas sociales cualitativas no son cifras sino relaciones que deben estar definidas con el suficiente rigor como para poder ser afectadas de un signo matemático a partir del cual serán estudiadas todas las posibilidades matemáticas de estos signos, sin ni siquiera preocuparse ya de la realidad social que representan. Se comprende entonces la preferencia que demuestran las matemáticas sociales por los modelos que Claude Lévi-Strauss llama mecánicos, es decir, establecidos a partir de grupos estrechos en los que cada individuo, por así decido, es directamente observable y en los que una vida social muy homogénea permite definir con toda seguridad relaciones humanas, simples y concretas y poco variables.

4.   Tiempo del historiador, tiempo del sociólogo

Una vieja reflexión de Paul Lacombe, historiador también de gran clase: «el tiempo no es nada en sí, objetivamente; no es más que una idea nuestra.
                                    
Para el historiador todo comienza y todo termina por el tiempo; un tiempo
matemático y demiurgo sobre el que resultaría demasiado fácil ironizar; un tiempo que parece exterior a los hombres, «exógeno», dirían los economistas, que les empuja, que les obliga, que les arranca a sus tiempos particulares de diferentes colores: el tiempo imperioso del mundo.
Los sociólogos, claro está, no aceptan esta noción excesivamente simple. Se encuentran mucho más cercanos de la Dialectique de la Durée tal y como la presenta Gaston Bachelard. El tiempo social es, sencillamente, una dimensión particular de una determinada realidad social que Braudel contempla.





sábado, 10 de septiembre de 2011

Economía y Sociedad (Max Weber)

La obra se puede definir como una síntesis en la que el autor pasa revista a los diferentes aspectos de la realidad económica, social e histórica, desde unos parámetros eminentemente sociológicos

La utilidad de un cuerpo metodológico que permita comprender y explicar la acción social, lleva a Weber a elaborar un sistema uniforme de conceptos, que lo que busca es la 'máxima precisión conceptual' y en donde la formalización del lenguaje permite que "toda sociología empírica entienda de hecho cuando se habla de las mismas cosas". Con este fin, en la primera parte correspondiente a los fundamentos metodológicos, define la sociología como ciencia, revisa su objeto de estudio y su método de aproximación a la realidad, e incluso el carácter del conocimiento sociológico. Posteriormente, revisa el concepto de acción social, las clases de acción que se pueden reconocer, sus regularidades y órdenes, así como las consecuencias para sus sujetos.
La sociología es una ciencia que pretende el entendimiento interpretativo de la acción social, para así poder explicarla causalmente en su desarrollo y efectos. Habiendo definido el objeto de estudio de la sociología, es decir la acción social, procede a explicarla diferenciándola de la simple acción. Esta última, es una conducta humana expresada en un hacer (que puede ser también un no hacer) interno o externo, en la que el sujeto o sujetos de la acción le enlazan un sentido subjetivo. En la acción social en cambio, el sentido enlazado o mentado por sus sujetos, está referido a la conducta de otros, que pueden ser gente concreta o pluralidades indefinidas, orientándose por ésta en su desarrollo.
En lo que respeta al sentido subjetivo mentado, diferencia entre un sentido de tipo ideal, que le incumbe a las ciencias dogmáticas que investigan en sus objetos el sentido justo y válido, y otro existente de hecho, que es el sentido que se investiga en las ciencias empíricas de la acción. Este tipo de ideal debe ser entendido como la estilización de ciertos rasgos de un tipo de evento o de conducta y la existencia de hecho se debe entender en relación a los elementos eclécticos construidos como promedios. A pesar de que las definiciones que realiza son bastante precisas, constantemente advierte sobre los límites elásticos de las relaciones que expone y el carácter no excluyente de muchas clasificaciones que presenta.
El grado máximo de evidencia se da cuando la conexión de sentido se da en una acción con arreglo a fines orientada racionalmente, es decir, cuando un sujeto basándose en datos ofrecidos por la experiencia y en fines dados deduce para su acción las consecuencias claramente inferibles acerca de la clase de medios a emplear.

Por este motivo Weber, concluye que la acción con arreglo a fines orientada racionalmente debe ser el tipo de ideal, el recurso metódico mediante el cual comprender la acción real. Esta ayudará a fijar primero como se desarrollaría la acción fuera de todo influjo de afectos irracionales, para luego introducir estos componentes como perturbaciones. Para Weber, la elección de esta acción de carácter racional unívoco e inteligible, como la herramienta desde la cual estudiar y comprender las demás acciones, no se da por un prejuicio racionalista de la sociología sino sólo por su conveniencia metodológica.
Toda interpretación de sentido persigue la evidencia pero ninguna puede pretender ser la interpretación causal válida. Ya que por más evidente que sea, en sí, no es otra cosa que una hipótesis causal particularmente evidente, puesto que debe tener otro tipo de consideraciones como por ejemplo, los motivos, que aquí son descritos como la conexión de sentido que para el actor o el observador aparece como fundamento con sentido de una conducta.
La acción como orientación significativamente comprensible de la propia conducta sólo existe para nosotros como conducta de una o varias personas individuales. Determinadas formaciones sociales, no son otra cosa que el desarrollo o los entrelazamientos de acciones específicas de personas individuales, ya que tan solo estas, pueden ser sujetos de una acción orientada por su sentido. Sin embargo, nos dice Weber, la sociología no puede ignorarlos porque van a ser otra manera de enfrentarse a la realidad es decir, otro marco de entrada; el de las instituciones. Frente a estos conceptos colectivos la sociología va a emplear la misma terminología con fines de inteligibilidad, pero reformulándolos en sus definiciones. Estos conceptos son representaciones de algo que en parte existen y en parte son un deber ser en la mente de los individuos concretos.

CONCEPTO DE ACCIÓN SOCIAL

Weber define acción social al tiempo que construye una elaborada clasificación de los aspectos que comporta. Empieza esta tarea aclarando que sólo se puede hablar de acción en tanto ésta esté orientada por las acciones de los otros (ya sea pasadas, presentes o futuras) entendiéndose por otros a los agentes individualizados y conocidos o a una pluralidad de individuos indeterminados. En ese mismo sentido afirma que no toda clase de contacto entre los hombres es social (como es por ejemplo el caso de los accidentes de tránsito) sino sólo una acción con sentido propio dirigida a la acción de otros. No se puede pensar la acción social como idéntica a una acción homogénea de muchos o como la acción de alguien influido por la conducta de otros. Es necesario que exista una relación significativa entre la conducta del individuo y el hecho de su participación en una situación de masa. No será la acción determinada causalmente por otros, sino la acción determinada por el sentido en ella contenido (como es en el caso de la moda y la tradición), la que pueda ser considerada como social. En este punto aclara que la sociología no tiene que ver solamente con la acción social, pero no obstante, esta es constitutiva del tipo de sociología que aquí desarrolla.

TIPOS DE ACCION SOCIAL
ü  Acción racional con arreglo a fines: determinada por expectativas que son usadas como medios para el logro de fines racionales.
ü  Acción racional con arreglo a valores: determinada por la creencia consciente en el valor, el resultado no importa, sino el merito del valor de la acción en sí. Se considera el valor propio del acto en su carácter absoluto.
ü  Acción afectiva: determinada por afectos y estados emotivos.
ü  Acción tradicional: determinada por una costumbre arraigada.

Relación social
Consiste sola y exclusivamente en que la probabilidad de que una forma determinada de conducta social de carácter reciproco, por su sentido, haya existido, exista o pueda existir. El sentido que le ponen los partícipes en la acción mutuamente referida, no es el mismo necesariamente puesto que puede ser por ambos lados objetivamente unilateral u objetivamente bilateral cuando el sentido de la acción se corresponda en ambos partícipes. El carácter de la relación social puede ser enteramente transitorio o bien implicar permanencia. Asimismo, el contenido de sentido, tampoco es estático sino que puede variar, creando así una nueva relación o continuando la anterior con un nuevo sentido, pudiendo ser además en parte permanente y en parte variable. De esto se deduce que en la relación social, el sentido subjetivo mentado es objetivamente unilateral o bilateral, variable o permanente -o ambos en parte, y posible de ser pactado.

El uso y la costumbre

Ambos se entienden como el desarrollo de una acción repetida por un mismo agente y/o extendida a muchos, cuyo sentido mentado es típicamente homogéneo, y son por tanto, regularidades de hecho observables en la acción. El uso es la probabilidad de una regularidad en la conducta dada en el ejercicio de hecho, mientras que la costumbre, es este ejercicio de hecho que descansa en un arraigo duradero.

Orden legítimo

Es el orden existente representado como legítimo en donde la validez de este orden, que demanda un compromiso orientado por el sentimiento del deber, está únicamente en aquella probabilidad de orientarse por esta representación. Entendido como contenido de sentido de una relación social, en la que acción se orienta por máximas que pueden ser señaladas, la validez de este orden se da cuando la orientación de hecho de estas máximas, aparecen válidas para la acción, es decir, como obligatorias o como modelos de conducta. No obstante, el individuo puede orientar su conducta en diversos órdenes contradictorios, incluso dentro de una misma acción.

Convención y derecho

Un orden es convención cuando su validez está garantizada por la reprobación general a la conducta discordante y es derecho cuando está garantizado externamente por la probabilidad de la coacción física o psíquica ejercida por un cuadro de individuos instituidos con el fin de obligar la observancia a ese orden o castigar su trasgresión.

Lucha

En la lucha, la acción se orienta por el propósito de imponer la propia voluntad contra la resistencia de la otra u otras partes. Se debe distinguir la lucha de los individuos por la supervivencia, de la lucha y selección de las relaciones sociales.

Sociedad y ComunidadLa comunidad se inspira en el sentimiento subjetivo, afectivo o tradicional, de los partícipes de constituir un todo. En la sociedad la acción social se inspira en una compensación de intereses por motivos racionales o en una unión de intereses con igual motivación.

Relación abierta y cerradaUna relación social abierta al exterior, supone que la participación en la acción social recíproca no se encuentra negada por los ordenamientos que rigen esa relación a nadie que lo pretenda y esté en situación real de formar parte de ella. Una relación es cerrada, cuando aquella participación resulte excluida, limitada o sometida a condiciones, por el sentido de la acción o por los ordenamientos que la rigen.
Solidaridad y representación

La solidaridad como consecuencia para los participes de la relación social, comporta el que toda acción de cada uno se impute a todos lo demás. Cuando solamente la acción de un participe determinado se imputa a los demás estamos hablando entonces de representación.

CONCEPTOS Y CLASES DE ASOCIACIÓN:

Se puede hablar de asociación o de una relación social con una regulación limitadora hacia fuera cuando el mantenimiento de su orden está garantizado por la conducta de determinados hombres, destinada en especial a ese propósito: un dirigente o un cuadro administrativo. La asociación puede ser autónoma o heterónoma, autocéfala o heterocéfala.

Orden administrativo y regulador
Es el que regula la acción de la asociación. Los órdenes instituidos en una sociedad pueden nacer por pacto libre o por otorgamiento -imposición y sometimiento.

Poder y Dominación
Puede ser definido como la probabilidad de imponer la propia voluntad dentro de una relación social, aún contra toda resistencia y cualquiera que sea el fundamento de esa probabilidad. En cambio, dominación es la probabilidad de que un mandato de determinado contenido sea obedecido.

Asociación política y hierocrática

Una asociación es política cuando la existencia y validez de sus ordenaciones dentro de un ámbito geográfico determinado, están garantizados de modo continuo por la amenaza y aplicación de la fuerza física por parte de su cuadro administrativo. Es hierocrática en cambio cuando es una asociación de dominación, en la que se aplica la coacción psíquica para la garantía de su orden, concediendo y rehusando de bienes de salvación. El estado y la iglesia son ejemplos de este tipo de asociaciones.

Después de esta, necesariamente extensa descripción de los elementos básicos para el análisis teórico y empírico de la sociología del tipo comprensiva, aunque esta serie de clasificaciones y divisiones de conceptos son útiles e indispensables para el análisis, no se debe olvidar que "la regla es como siempre que existen toda suerte de situaciones intermedias".
Con su libro "Economía y Sociedad", el autor ha querido racionalizar todos los procesos humanos de creación de instituciones económicas, políticas, religiosas y jurídicas. Pero esta racionalización es muy nociva ideológicamente si se pretende elaborar desde unos parámetros puramente materialistas.

Para Weber, los fenómenos religiosos hay que verlos siempre determinados por la sociología: el "reduccionismo sociológico" en que cae es muy nocivo para un adecuado análisis de la realidad espiritual que se halla presente en todos los hombres.




sábado, 3 de septiembre de 2011

Las Reglas del Método Sociológico (Emilé Durkheim)

Hasta ahora los sociólogos  se han preocupado poco de caracterizar y definir el método que aplican al estudio de los hechos sociales. Así sucede que, en toda la obra de Spencer, el problema metodológico no ocupa ningún lugar porque; la Introduction a la Science Sociale, esta consagrada a demostrar las dificultades y la posibilidad de la sociología, no a exponer los procedimientos de que debe servirse. Entonces un orden de hechos sociales que presentan caracteres muy especiales: consisten en formas de obrar, pensar y sentir, exteriores al individuo y están dotadas de un poder de coacción en virtud del cual se le imponen. En consecuencia, no se podrían confundir con los fenómenos orgánicos, puesto que aquellos consisten en representaciones y en acciones, ni con los fenómenos psíquicos, de los cuales no tienen existencia más que en la conciecia individual y por ella. Constituyen por consiguiente, una especie nueva y es a ellos a los que es necesario reservar y dar la calificación de sociales. Esta calificación les es adecuada, porque esta claro que no estado el individuo como su base, no pueden tener otro sustrato que la sociedad, sea la sociedad política en su integridad, se lguno de los grupos parciales que ella encierra, confesiones religiosas, escuelas políticas literarias, corporaciones profesionales, etc.
Se sabe además que tosa la coacción social no es necesariamente exclusiva de la personalidad individual. Pero hay otros hechos que sin prestar estas formas cristalizada tienen la misma objetividad y el mismo ascendiente sobre el individuo. Es lo que se denomina corrientes sociales. La generalidad combinada con la objetividad pueden ser mas fáciles de establecer. La sociología no puede desentederse de lo que consierne al sustrato de la vida colectiva. Cuando se quiere conocer la forma en que esta dividida políticamente una sociedad, de qué se componen estas divisiones, o la fusión más o menos que existe entre ellas, no será mediante una inspección material y por medio de observaciones geográficas como podemos conseguirlo, porque éstas divisiones son morales aunque tengan alguna base en la naturaleza física. Es sólo a través del derecho público como es posible estudiar ésta organización, porque es este derecho el que la determina, de la misma manera que define nuestras relaciones domésticas y cívicas. Es hecho social toda manera de hacer, fija o no, suceptible de ejercer sobre el individuo una coacción exterior; o también, que es general dentro de la extensión de una sociedad dada a la vez  que tiene una existencia propia, independiente de sus manifestaciones individuales.
La primera regla y la más fundamental es considerar los hechos sociales como cosas. El hombre no puede vivir en medio de las cosas sin hacerse ideas sobre las mismas de, acuerdo con las cuales regula su conducta. En lugar de observar las cosas, de describirlas, de compararlas, nos contentamos con tomar conciecia de nuestras ideas, de analizarlas, de combinarlas. En lugar de una ciencia de realidades, nos hacemos más que un análisis ideológico. Sin duda este análisis no excluye necesariamente toda observación. Es posible apelar a los hechos para confirmar éstas nociones o las conclusiones extraídas de ellas. Pero los hechos no intervienen más que de un modo secundario, en calidad de ejemplos o de pruebas confirmatorias; no son el objeto de la ciencia. Esta va de las ideas a las cosas, no de las cosas a la ideas. Esta claro que éste método no podría dar resultados objetivos. En efecto, estas nociones, o conceptos, como se les quiera llamar, no son los sustitutos legítimos de las cosas.
Lo que consituye la materia principal de su ideología es el progreso de la humanidad en el tiempo. Spencer hace de las sociedades y no de la humanidad, el objeto de la ciencia. Plantea como proposición evidente, que “una sociedad no existe más que cuando a la yuxtaposición se une la cooperación”, y que es sólo de esta manera como la unión de individuos se convierte en una sociedad propiamente dicha. Después, partiendo de este principio de que la cooperación es la esencia de la vida social, divide las sociedades en dos clases según la naturaleza de la cooperación que domina en ellas.”Hay, dice, una cooperación espontánea que se efectúa sin premeditación durante la búsqueda de fines de carácter privado; hay también una cooperación constituida conscientemente que supone también la existencia de fines de interés público netamente reconocidos. A las primeras se les da el nombre de sociedades industriales; a las segundas, el de militares, y se puede decir de esta distinción que es la idea matriz de su sociología.
Pero esta definición enuncia como cosa lo que no es más que una manera de ver el espíritu. Se presenta, en efecto, como la expresión de un hecho inmediatamente visible, y basta la observación para comprobarla, puesto que esta formulada desde el principio de la ciencia como un axioma. Y, sin embargo, es imposible saber mediante una simple inspección si realmente es la cooperación el todo de la vida social. Tal afirmación no es científicamente  legítima más que si se ha comenzado a pasar revista a todas las manifestaciones de la vida colectiva y si se ha hecho ver que todas ellas son formas diversas de cooperación. Por tanto, una vez más es una cierta manera de concebir la realidad social la que sustituye a esta realidad. Lo que se define así no es la sociedad, sino la idea que de ella se hace Spencer. Y si éste no tiene ningún escrúpulo en proceder así,  es que para él también la sociedad no es ni puede ser más que la realización de una idea, a saber, la misma idea de cooperación por la cual la define. Sería fácil mostrar que, en cada uno de los problemas particulares que aborda, su método continua siendo el mismo .
Además, aunque presume de ser empíricamente, resulta que como los hechos acumulados en su sociología se emplean para ilustrar análisis de nociones más que para describir  y explicar las cosas, parece que no sólo están presentes en calidad de argumentos. En realidad todo lo que hay de esencial en su doctrina puede decirse inmediatamente de su definición de la sociedad y de las diferentes formas de cooperación. Porque si tenemos que elegir sólo entre una cooperación impuesta tiránicamente y una colaboración libre y espontánea, es evidente que ésta última es el ideal hacia el que la humanidad tiende y debe tender. En el estado actual de conocimientos, no sabemos con certeza qué es el Estado, la soberanía, la libertad política, la democracia, el socialismo, el comunismo, etc; por consiguiente , el método querría que se prohibiera todo uso de estos conceptos hasta que no fuesen científicamente constituidos.



El Legado de la Sociología (Mapa mental)


El Legado de la Sociología: la Promesa de la Ciencia Social (Immanuel Wallerstein)

El saber lo dividimos y enlazamos de tres modos dintintos: Intelectualmente como disciplinas; organizacionalmente como estructuras corporativas; y culturalmente como comunidades de estudiosos que comparten cienrtas premisas elementales. Podemos pensar una disciplina como una constrcción intelectual, una especie de artefacto heurístico. Una disciplina define no solo algo sobre lo cual se piensa, y cómo se piensa, sino tambien aquello que cae fuera de su esfera de alcance. Afirnar que la sociología es una disciplina es, entre otras cosas, afriamr que no es economía o historia o antropología. La sociología tiene un campo diferente de estudio, una serie diferente de metodos, un acercamiento diferente al saber social.La sociologia en cuanto a disciplina fue elaborada más o menos durante el periódo entre 1880 y 1945. Todas las figuras principales del acmpo en ese periódo intentaron escribir al emnos un libro cuya intención era definir la sociología como disciplina.El último libro importante, en ésta tradición fue el escrito en 1937 por Talcott Parsons, The Structure of Social Action, un libro de gran importancia en nuestro legado. En la rimera mitad del siglo veinte, las diversas divisiones de las ciencias sociales se establecieron a si mismas y recibieron reconcimiento como disciplinas.Reflejaban tres segmentaciones en objeto d de estudio; había la segmentacion pasado/presente que separaba a la historia idiográfica de la tríada nomotética de economía, ciencia política y sociología. Había la segmentación civilizado/otro o europeo/no europeo que separaba a todas las cuatro disciplinas anteriores de la antología y los estudios orientales. Había la segmentacion relevante sólo, así se creía para el mundo civilizado moderno de mercado, Estado y sociedad civil que construían respectivamente los ámbitos de la economía, la ciencia política y la sociología. Las diversas disciplinas hace ya mucho han sido institucionalizadas como organizaciones corporativas. La institucionalización de una disciplina es una vía de prservar y producir prácticas. Las organzaciones de estudiosos intentan buscar disciplinar no el intelecto sino la práctica.
La sociología en cuanto a cultura, como una comunidad de estudiosos que comparten ciertas premisas.Ésta puede continuar enriquesiéndose sólo si se transforma.

El LEGADO

Lo que normalmente entendemos por "cultura" es un conjunto de premisas y prácticas compartidas, compartidas por cierto no por todos los miembros de la comunidad todo el tiempo sino por la mayoría de los miembros de la mayor parte del tiempo; compartidas abiertamente, pero, lo que es aun más importante, compartidas subconscientemente, de modo tal que las premisas rara vez estén sujetas a debate. Las premisas compratidas se revelan-revelan, no definen por aquellos que presentamos como los pensadores formativos; Durkheim, Marx y Weber.En 1947 Weber no era enseñado en las universidades alemanas, y para ser justos incluso en 1932 no era la figura dominante que es actualmente en la sociología alemana.
R.W. Connell denomina al canon como lo que define a la cultura y éste debe comenzar con Durkheim, el más autoconsciente sociológico de los tres, el fundador de la revista L'Année Socialogique. En 1901, Durkheim reformula sus argumentos basicos de Las reglas de Métdodo Socilógico, el cual tenía la intención de aclarar lo que estab diciendo, ya que siente que hav¿bia sido malentendido.Avanza tres proposiciones. La primera es "que los hechos sociales deben ser tratados como cosas", una afirmación que él insisté está " en la propia base de nuestro método". La segunda proposición es que "los fenómenos sociales son externos a los individuos" Y finalmente Durkheim insiste enq ue la coacción social no es lo mismo que la coacción física porque no es inherente sino impuesta desde afuera.
Durkheim acota además que, para que un hecho social exista debe hber interaciones individuales que resulten en "creencias y modos de comportamiento instituidos por la colectividad; la sociología puede entonces ser definida como la ciencia de las instituciones, de su genesis y se su funcionamiento" (Durkheim, 1982). En el Prefacio de la Primera Edición, Durkheim discute cómo desea ser etiquetado. El modo correcto, dice, es no llamarlo ni "materialista" ni "idealista" sino "racionalista".
En consecuencia, Wallesterstein quiere refrmular el argumento de Durkheim como el AXIOMA NÚMERO 1 de la cultura de la sociología: Existen grupos sociales que tienen estructuras explicables y racionales. El problema con lo que Wallerstein le llama Axioma Número 1 no es la existencia de estos grupos, sino la falta de una unidad interna. Aqui Marx dice como sección del Maniniesto Comunista:"La historia de toda sociedad existente hasta ahora es la historia de la lucha de clases"(Marx y Engels 1948,9). El resto de la obra de Mrax esta constituida por la elaboración de la historiografía de la lucha de clases, el análisis de los mecanismos de funcionamiento del sistema capitalista y las conclusiones políticas que uno debe de extraer de este marco de análisis. Todo esto constituye al marxismo, es un doctrina y un punto de vista analítico que han estado sujetos a grandes controversias dentro y fuera de la comunidad sociológica.

Marx se equivocó al argumentar que la lucha de clases no es el único, o ni ssiquiera el primario, origen del conflicto social. Se han ofrecido diversos sustitutos: grupos de status, grupos de afinidad política, el género, la raza. Una actividad tan central para la práctica de los sociólogos es el sondeo de opinión.Si pensaramos que todos responderían las preguntas de un modo identico, tendría poco sentido hacer el sondeo.Cuando se obtienen las respuestas correlacionamos las respuestas con una serie de variables básicas , tales como el status socioeconómico, ocupación, sexo, edad, educación,etc.Que tendrán que a dar diferentes respuestas a estas preguntas. El paso de la variacion al conflicto no es muy grande, y por lo general quienes intentan negar que la variación conduce al conflicto son soséchosos de querer desenteder una realidad obvia por razones puramente idológicas.

Todos somos marxistas en la forma diluida que denominó el AXIOMA NÚMERO 2 de la cultura de la sociología: Todos los grupos sociales contienen subgrupos que se escalonan según jerarquías y que entran en conflictos entre sí.Y claramente es una dilución severa el marxismo.Aqui Weber, tiene una explicacion de la esxitencia del orden a pesar del conflicto. Se identifica Weber como anti-Marx, que insiste sobre explicaciones culturales en oposición a las explicaciones económicas y que insiste en la burocratización más que en la acumulacion como la fuerza motriz central del mundo moderno. Pero el concepto calve de Weber que fucniona para limitar el impacto de Marx , o al menos apara modificarlo seriamente,es la legitimidad. Weber está interesado en el fundamento de la autoridad. "La creencia en la legitimidad", en est punto, Weber esboza sus tres tipos puros de autoridad o dominación legítima: legitimidad basada en fundamentos racionales, legitimidad basada en fundamentos tradicionales y legitimidad basada en fundamentos carismáticos.Para Weber la autoridad tradicional es la estructura del pasado y no de la modernidad.La imagen que Weber nos ofrece es la de que la autoridad es administrada por un equipo, una burocracia. Se dice que la burocracia es "imparcial", es decir, que toma sus decisiones según la ley, razón por la cual esta autoridad es denominada racional-legal por Weber. Ciertamente, Weber admite que, en la práctica, la situación es un poco más complicada. Sin embargo, si ahora simplificamos a Weber, tenemos una explicación racionable para el hecho de que los Estados sean usualmente ordenados, es decir, que las autoridades sean generalmente aceptadas y obedecidas, más o menos o hasta cierto grado. Denominaremos el AXIOMA NÚMERO 3, que puede ser enunciado del siguiente modo: En la medida en que los grupos/Estados sontienen sus conflictos, ello acontece mayormente porque los subgrupos de menor rango conceden legitimidad a la estructura de autoridad del grupo, basados en que esto permite al grupo sobrevivir, y los subgrupos ven ventajas de largo plazo en la supervivencia del grupo.

La cultura de la sociología que todos compartimos, fue la más fuerte en el periódo de 1945- 1970, contiene tres proposiciones simples -la realidad de los hechos sociales, la perenidad del conflicto social, la existencia de mecanismos de legitimación para contener el conflicto -que conforman una base minima coherente para el estudio de la realidad social.Cada una de éstas propociones representa a la "sociología clásica".Este conjunto de axiomas no es un modo sofisticado y mucho menos adecuado de percibir la realidad social. Es un punto de partida, que la mayor parte de nosotros ha internalizado y qu opera principalmente al nivel de las premisas no cuestionadas que son asumidas más bien que debatidas.Esto es a lo que Wallerstein denomina "la cultura de la sociología".