A continuación se presentan algunos ejemplos de modalidades escolares que han existido en la historia de la humanidad.
Las prácticas educativas no sólo variaban de acuerdo a la civilización o país de que se tratara, sino que también se diferenciaban según el sexo y la clase social a la que pertenecían los alumnos. En los lugares que se permitía que las mujeres recibieran educación, ésta era muy distinta de la que recibían los hombres. A finales del siglo XV en Europa, los grupos dirigentes y los nobles recibían educación domiciliaria que se desarrollaba en el interior de los palacios. De igual manera, en el México antiguo los niños acudían a escuelas distintas dependiendo de su estrato social: los niños del pueblo o macehuales acudían al telpochcalli mientras que los hijos de los nobles asistían al calmecac.
Como se ha visto, las diferentes civilizaciones, culturas y países, realizaron propuestas diversas acerca de lo que se debía enseñar (contenidos) y a quién (tipo de alumnos). Sin embargo, fue hasta el siglo XVII, cuando por primera ocasión en la historia Jan Amos Comenius planteó un programa en el que además, se incluyó una propuesta sobre cómo debía implementarse la enseñanza. A partir de entonces, los debates acerca de la metodología de la enseñanza tuvieron lugar en los espacios religiosos. Algunas de las propuestas generadas en dichos espacios siguen aplicándose en la actualidad.
El papel de los jesuitas en la educación ha sido sumamente importante, sobre todo en México, ya que este grupo tuvo a su cargo la mayor parte de las escuelas mexicanas desde su llegada al país en el año 1572 hasta poco después de la promulgación de las leyes de Reforma.
Entre los siglos XVII y XIX, empieza a conformarse propiamente la escuela moderna. De acuerdo con Silvina Gvirtz (2008) esto se produjo en el marco de cuatro procesos fundamentales:
· La revolución agrícola, que implicó una masiva emigración de trabajadores hacia las ciudades;
· La Revolución Industrial, que creó nuevas formas de organizar el proceso de producción y generó un nuevo tipo de trabajador: el obrero industrial;
· La idea de ciudadano, que surgió con las revoluciones políticas y que se extendía a toda la población;
· La revolución tecnológica, íntimamente ligada con las dos primeras, que derivó en la construcción de nuevos campos del saber y en la configuración de nuevas formas productivas.
Esta situación obligó a los estados-nación a proporcionar educación a una gran cantidad de personas (fenómeno conocido como masificación de la enseñanza), para lo cual se requirió de instituciones destinadas expresamente a esta labor. Ya no bastaba con tener escuelas en los municipios o maestros que enseñaran en sus casas: la educación debía impactar en toda la población para poder unificar la lengua, la historia y la cultura.
En este nuevo contexto, el Estado asumió la responsabilidad de la provisión del servicio educativo y la regulación del sistema. A finales del siglo XIX, se promulgaron diversas leyes que dieron lugar a la conformación de los sistemas educativos nacionales.
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